¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL ENTENDER EL VEGANISMO DESDE FUERA?

¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL ENTENDER EL VEGANISMO DESDE FUERA?

La mayoría de nosotres hemos estado al otro lado. Hemos sido consumidores de productos de origen animal y hemos visto el veganismo desde fuera. Así que comprender la otra postura nos es más fácil, ya que alguna vez estuvimos ahí. Pero entender el veganismo sin ser vegan es una tarea muy complicada por varias razones:

 

Es difícil entender otros valores éticos (como los del veganismo)

En general entender la ética de otra persona, sobre todo cuando esta es contraria a la nuestra de alguna manera, es difícil. Y cuando tienes toda una sociedad que te apoya en tu forma de pensar y vivir, lo es todavía más. 

Sin embargo, cuando se trata de denunciar costumbres, tradiciones o valores éticos de otras culturas que, por ejemplo, atentan contra los derechos humanos, es sencillo señalar y decir “sus valores no son correctos”. Y esto es tan sencillo porque es algo externo a la cultura propia y porque en estos casos las víctimas son seres humanos. 

 

Percepción de los animales como seres no sensitivos

La falta de empatía hacia los seres sintientes que no son parecidos al ser humano se da porque son percibidos como cosas, no como individuos. Y aunque haya especies animales que en la sociedad occidental no son percibidas como comida (como perros o gatos), estos tampoco tienen el “privilegio” de ser considerados algo más que complementos u objetos.

Y, aunque sea fácil llegar a entender que no hay tanta diferencia entre un perro y un cerdo, para la normalización del consumo de uno frente a la protección del otro es necesario que exista una desensibilización basada en una ignorancia voluntaria de la realidad. 

Hoy en día esta falsa percepción de los animales está sustentada por la publicidad y la desinformación, bien diseñadas para evitar la culpabilidad en el consumidor.

 

Desinformación voluntaria sobre la realidad animal y nutricional

En la era de las comunicaciones que vivimos en occidente, donde quien quiera puede acceder a una sobrecogedora cantidad de información sobre prácticamente cualquier tema, quien no sabe es porque no quiere saber.

Pero indagar en temas que te generan incomodidad con la opinión que ya tienes formada es emocionalmente complicado. No es del agrado de nadie darse cuenta de que no están comulgando con su propia ética y que el consumo de animales no solo no es necesario, sino que es fomentar el maltrato y la muerte de seres sintientes inocentes. 

Por esta razón se busca una justificación de ese consumo, aferrándose a argumentos que en la mayoría de casos ni siquiera son ciertos. Como que el consumo de carne es necesario para estar sano: “Sí, yo como animales aunque estos sufran, pero porque debo hacerlo para sobrevivir”.

 

Entender el veganismo desde fuera es muy difícil porque para entender algo de verdad debes acercarte. Y acercarse al veganismo es precisamente lo que no quieren hacer. Porque cuanto más se acercan más razones encuentran para reprobar sus propios hábitos de consumo. Intentar entender el veganismo es tan difícil porque es el primer paso hacia formar parte del movimiento.

LAS TRADICIONES Y LOS NUEVOS VALORES

LAS TRADICIONES Y LOS NUEVOS VALORES

Que las tradiciones evolucionan al son de los nuevos valores no es nada nuevo. Las tradiciones cambian. Cambian todo el tiempo. No tenemos las mismas que hace 1000 años. Ni siquiera tenemos las mismas que hace 100. Es más, nuestras tradiciones más arraigadas son relativamente nuevas. Una tradición no es más que un comportamiento aceptado socialmente, normalmente relacionado con un evento o fecha en concreto. Es solo eso.

Las tradiciones nacen y mueren con dichos comportamientos y pensamiento aceptados socialmente, no son inalterables. Como cuando era tradición el esclavismo. O cuando era tradición guillotinar a sentenciados a muerte públicamente (de esto solo hace 46 años). Y ahora está socialmente aceptado pensar que es una locura. Ninguna costumbre es defendible sólo con el argumento de ser tradición.

 

Tradiciones y nuevos valores: Semana Santa y la tauromaquia

Hay dos grandes tradiciones que se hacen más visibles durante esta época del año. Una es el catolicismo que la Semana Santa hace aflorar hasta de quien menos te lo esperas. Y la otra es la tauromaquia. Y las dos suelen ir bastante de la mano. En general, pocos festejos hay en España que no se “celebren” con una corrida de toros.

Y es una lástima, porque la religiosidad y la tauromaquia no deberían tener nada que ver. Pero es muy difícil separar las costumbres. La sociedad las contempla como un pack indivisible en el que si falta algo ya no se puede decir que es esa festividad en concreto. “No es Navidad sin cordero”. “No son Fallas sin pólvora”. “No es Semana Santa sin corridas de toros”.

No hay nada de malo en dejar morir una costumbre que se ha quedado anticuada y ya no es compatible con nuestros valores. Aferrarse a ella solo nos hará avanzar más despacio hacia una sociedad mejor. Es necesario deshacernos de las tradiciones que nos hacen peores seres humanos y quedarnos con las que nos hacen tener más respeto y más empatía.

 

¿Se puede ser una persona vegana y católica?

Y con esto no queremos decir que no se pueda ser una persona católica y también vegana. Se puede, pero entendiendo la religión como un conjunto de creencias y hábitos que tienen la capacidad de evolucionar. La mayoría de religiones son completamente interpretables, ya que se fundamentan en unos valores y estos se traducen en costumbres. Las leyes morales pueden ser las mismas para una religión que para otra, y sin embargo representarlas a través de otros comportamientos. Y aunque esas leyes morales no se puedan cambiar, los comportamientos sí.

Por ejemplo, las leyes morales del catolicismo se basan en la Biblia. La Biblia está llena de referencias (contradictorias entre ellas) de si es o no correcto matar animales. Quizá el ejemplo más famoso sea el quinto mandamiento: “no matarás». Cómo se puede interpretar esta norma? Siempre se ha entendido que para cumplir este mandamiento no debes matar a otro ser humano porque está considerado como un igual. Pero ¿y si la concepción de “igual” cambia? ¿Y si entendemos que todes somos animales y debemos respetarnos y no hacernos daño? Se seguiría cumpliendo este mandamiento, sólo con que con una interpretación más adaptada a los nuevos valores.

Así que sí, se puede ser una persona católica y vegana desde el momento en que las normas morales que marcan las religiones son completamente interpretables y adaptables a la evolución lógica de los valores sociales.

LA PARADOJA DEL PESCADO, O POR QUÉ LA INDUSTRIA PESQUERA NO ESTÁ TAN MAL VISTA COMO LA  INDUSTRIA CÁRNICA

LA PARADOJA DEL PESCADO, O POR QUÉ LA INDUSTRIA PESQUERA NO ESTÁ TAN MAL VISTA COMO LA INDUSTRIA CÁRNICA

Cuando hablamos de la paradoja del pescado nos referimos a la diferencia que se hace comúnmente, bastante aceptada socialmente, entre carne y pescado. Cuando se habla de “carne” se hace referencia generalmente a los cuerpos de animales terrestres. Sin embargo cuando se habla de “pescado” se hace referencia a los cuerpos de animales acuáticos. Pero en realidad todo es carne. Carne de pollo, carne de vaca, carne de atún, carne de tiburón.

Entonces, ¿por qué, si tanto un cerdo como un salmón van a acabar siendo “carne” para alguien, se perciben diferente? ¿Y por qué la industria pesquera no está tan mal vista como la industria cárnica? La respuesta es: por puro especismo. Por la percepción que se tiene de cada tipo de animal según lo abajo que estén en la pirámide que el ser humano se ha inventado, en la que se coloca a cada animal en una altura diferente según cuánto nos recuerde a nosotros mismos.

 

LA PARADOJA DEL PESCADO: MOTIVOS

Animales de segunda

La principal razón por la que un animal (generalmente mamífero terrestre) se considera más “digno” que otro es porque desde la percepción de un ser humano ese animal se encuentra más cerca de nosotros. Hace sonidos, expresiones, son de sangre caliente, dan a luz a sus crías, etc. En esencia, sienten y viven de una forma más parecida a la nuestra. Todas estas características de su especie que se parecen a las nuestras hacen que se perciban en un nivel más alto de la pirámide en la que el ser humano está en la cima. Y cuanto más arriba esté un animal, mejor trato merece. Cuanto más se parezca a nosotros, menos posibilidades tiene de ser comida. Por eso no se comen a los chimpancés pero sí a los delfines (aunque su inteligencia sea similar).

Muerte «limpia»

La muerte de un animal marino es más “limpia”. Es un tipo de animal que no emite casi sonidos, que cuando muere no mancha, que su muerte no genera escándalo y es muy sencilla. Sólo hay que sacarlo de su hábitat (el agua) y el animal se asfixia. Para el ser humano, que está acostumbrado a relacionar la muerte con dolor, sangre y gritos, esta muerte pasa muy desapercibida. Es tan fácil y tan “limpia” que cuesta relacionar pescar con matar.

 

El tamaño importa

Cuando hablamos de la paradoja del pescado el tamaño es importante. El hecho de que animales como las vacas o los cerdos se maten en grupos (relativamente) reducidos y que los animales marinos (peces, moluscos, crustáceos, etc.) se pesquen a miles también importa. Es más fácil dotar de individualidad a un animal de 300 kilos que a uno de 300 gramos. Por eso en la pirámide de la dignidad una ballena, aun siendo un animal acuático, está muy arriba, pero un pollito, siendo un animal terrestre, está muy abajo.

 

Romantización de la pesca

La profesión de pescador siempre se ha asociado con gente trabajadora, noble, un oficio de toda la vida, artesano. Y pescar se ha asociado con momentos de calma, con una experiencia padre-hijo, con un premio de un día tranquilo tras una semana estresante de trabajo. Pero la industria de la pesca no es así ni de lejos. Los peces que se venden en súpers y lonjas han sido pescados por grandes barcos y enormes redes que echan al mar y que, al ser recogidas, sacan del mar lo que hubiera en su camino, destruyendo la fauna marina y el ecosistema. La industria pesquera es igual de culpable tanto en el acto del asesinato como en la contribución a la destrucción del planeta:

Efectos de la pesca en el medio ambiente:

  1. Destrucción de la biodiversidad: es la causante de la desaparición de un tercio de todos los animales marinos. Cubre más del 55% del océano, sobreexplotando (a veces de forma ilegal) todo el territorio.
  2. Contaminación: los desperdicios que generan (normalmente redes) acaban con especies marinas, suelo marino, y llenan los océanos de microplásticos.
  3. Métodos excesivos: las formas más productivas de la pesca industrial provocan la pesca colateral de otros animales marinos que no son objeto de pesca. En ocasiones especies protegidas o crías. Cerca de un 40% de los animales marinos pescados en pesca de arrastre no son ni consumidos.
  4. Modificación del ecosistema: al sobreexplotar los territorios acaban con un gran número de individuos que tienen su propia función en ese entorno (depredadores, presas, limpiadores, etc.)

 

LA PARADOJA DEL PESCADO: PESCAR TAMBIÉN ES MATAR

En resumen, independientemente de los efectos negativos que genera en el planeta la pesca industrial, y desde el punto de vista ético, los pescadores tienen la misma profesión que cualquier trabajador de matadero, aunque la paradoja del pescado impida que se vean igual.  Su trabajo consiste en coger a un animal que estaba vivo y convertir ese animal en un animal muerto, un cadáver. Es decir: matar. Que el tipo de muerte sea diferente no lo hace mejor, ni más digno, ni menos cruel. Acabar con la vida de un ser sintiente es matar, por mucho adorno que le quieran poner.

CÓMO AFECTA LA PARADOJA DE LA CARNE A LOS NEGOCIOS VEGANOS

CÓMO AFECTA LA PARADOJA DE LA CARNE A LOS NEGOCIOS VEGANOS

Se entiende como paradoja de la carne el conflicto psicológico que surge en la mente humana al contraponer la voluntad de comer carne y la voluntad de evitar el sufrimiento animal. Esto genera lo que se denomina como disonancia cognitiva. Este término, acuñado en 1957 por el psicólogo social Leon Festinger, hace referencia a la tensión interna que sufre la mente humana cuando entran en conflicto ideas, creencias, emociones o comportamientos.

En este caso, aplicado al consumo de carne, se crea una incoherencia interna que nos dice que matar y torturar es incorrecto pero comer carne es correcto, siendo una cosa necesaria para la otra. Es decir, justificamos un comportamiento que sabemos que es contrario a nuestros valores y principios mediante mecanismos que crea nuestra mente. 

 

SI NO LO VEO NO EXISTE

La industria cárnica y de explotación animal, sabiendo la existencia de este fenómeno psicológico, tiende a distanciar la carne como producto final de su proceso de producción. Pasan de mostrar animales felices en sus campos a mostrar el filete en la bandeja del comercio; saltándose el proceso de la muerte.

La disociación es tal que la población consumidora de animales llega incluso a percibir que el animal vivo y la porción de carne son dos cosas completamente diferentes que no tienen nada que ver. Desanimalizar la comida y no pensar en que ese pedazo de carne perteneció a un ser que estuvo vivo en algún momento es la forma ideal que tiene la mente para dejar de sentir culpa o rechazo y romper con el conflicto que surge entre, por un lado, comer animales y, por otro, amarlos. Del mismo modo que la población granjera o cazadora utiliza términos menos negativos para referirse a la matanza animal como sacrificar, cuartear o pelar para referirse a matar, descuartizar y desollar. 

 

LAS 4 ENES

La paradoja de la carne se sostiene con la teoría de las 3 enes, que defiende que hay tres justificaciones por las que las personas que consumen animales lo siguen haciendo. Sin embargo, estudios posteriores añadieron una cuarta justificación:

 

1. Normal

Comer carne está bien porque la mayoría de la gente come carne”. Esta falacia circular explica que la tradicionalidad del consumo de carne es la que provoca la normalización del acto y ya supone un argumento de peso para continuar haciéndolo. Si todo el mundo lo hace es porque es correcto.

 

2. Natural

“Comer carne es lo natural, no comer carne es negar la propia naturaleza del ser humano”. Por esa regla de tres todo lo que está presente en la naturaleza es bueno: tornados, tsunamis, plantas venenosas, etc. También es “natural” en otras culturas comer insectos pero eso ya no nos parece tan natural. 

 

3. Necesario

“Comer carne es necesario, si no comes carne tendrás carencias nutricionales y mala salud”. A pesar de conocer de sobra que la biología humana está diseñada para ser omnívora, todavía hay gente que piensa que el ser humano es carnívoro, que necesita las proteínas animales para estar sano. Actualmente hay cientos de estudios oficiales que demuestran que una dieta vegana es perfectamente saludable. Y es por esto que en estudios posteriores nace una cuarta ene.

 

4. Nice (Agradable)

“Comer carne está bien porque sabe bien y me gusta”. Una vez rechazamos que comer carne está bien porque lo hace todo el mundo, porque es lo natural y lo natural es bueno y porque es necesario para el cuerpo humano, el último argumento es porque está buena. Es actualmente la justificación más popular porque no tiene un fundamento científico rebatible. Se convierte en un hábito que haces porque quieres y punto. 

 

El cerebro siempre va a buscar un mecanismo de ajuste para justificar un comportamiento, cuando la solución más fácil sería: si un comportamiento te crea disonancia cognitiva no ajustes las justificaciones, ajusta el comportamiento.

 

REBOTA REBOTA Y EN TU CULO EXPLOTA

La paradoja de la carne, que se resolvería tan fácilmente como dejar a un lado el comportamiento que la crea, provoca múltiples reacciones que enfrentan a la población consumidora. La mente es experta en protegerse de realidades a las cuales no se quiere enfrentar, sobre todo cuando es su propio comportamiento el que tiene que ser juzgado. La forma más fácil de hacerlo es atacar (voluntaria o involuntariamente) a los seres humanos que no tienen ese comportamiento. Una práctica muy común entre la población consumidora de animales es buscar comportamientos o ideas reprobables en la población no consumidora que tengan poco o nada que ver con el veganismo como ejemplo el uso de tecnologías contaminantes, la compra de ropa o tener animales domésticos en casa.

 

¿CÓMO AFECTA ESTO A MI NEGOCIO?

Varios estudios han demostrado que en restaurantes omnívoros un mismo plato vegetal aumenta un 50% su venta cuando no está descrito como vegano o vegetariano.

La pregunta que nos hacemos entonces como emprendedores/as es si un negocio que puede provocar tantos detractores es viable. Como ya sabemos, el movimiento vegano es un mercado en alza y poco a poco va ganando cuota de mercado, por lo que la respuesta es sí. 

De hecho, contamos con que, en esta sociedad dividida, los no veganos pueden consumir productos veganos pero los veganos no consumen productos no veganos. Cuando conozcamos bien a nuestro público objetivo podemos ampliar el abanico para llegar a un público más amplio. En ocasiones nos encontraremos que para conseguir esto tendremos que adaptarnos un poco para no generar disonancia cognitiva y que no se sientan atacados. Podemos atraer a nuestro negocio ético clientes de las dos vertientes. Entonces, ¿cómo podemos animar a que un target no vegano consuma tu producto? Tenemos varias opciones:

 

Apelar a la calidad

Explicar los beneficios del producto sin hacer mucho hincapié en que es más saludable. El hecho de vender salud hace en ocasiones que el consumidor lo perciba menos atractivo e incluso, si es un producto de alimentación, menos delicioso.

 

No sobre-etiquetar

No es necesario marcar como vegano productos como frutas, verduras u hortalizas, etc. Productos que sabemos que son aptos para la dieta vegana y no se han creado específicamente. Del mismo modo que no llamamos “hummus vegano” al hummus. 

 

Focalizar la atención en el buen sabor

La cuarta ene nació precisamente porque el sabor es algo muy importante a la hora de escoger alimentos. Además, como partimos de la base de que algunas personas pueden considerar que las hortalizas, vegetales y legumbres no tienen un sabor tan bueno como otros alimentos de origen animal, cuando prueban platos veganos exclaman con sorpresa: “¡Ah! ¡Pues está bueno!”

 

No culpabilizar

Al enumerar los beneficios intentar potenciar lo bueno de consumir ese producto y no lo malo que es consumir otro similar pero de origen animal. 

 

Buena alternativa

Mostrar el producto o el servicio como una alternativa a lo común, sin desprestigiar a otros no veganos.

 

Explotar sus beneficios eco

Mostrar la parte del producto sostenible y ecológica: cadena de producción, transporte, impacto medioambiental, etc. 

 

Si necesitas ayuda para integrar platos veganos en la carta de tu restaurante o para comunicar las opciones veganas en tus canales de comunicación, no dudes en contactarnos y desde La Zorra estaremos encantadas de ayudarte.