Una de las dudas que nos asaltan cuando tomamos la decisión de abrazar el veganismo es si el hecho de tener un animal en casa resulta un acto de amor a los animales o de amor a uno mismo. No hay ni que decir que los animales de los que cuidamos en nuestras casas nunca deben ser comprados y en esto estaremos todas de acuerdo. Pero, ¿por qué un perro no es una mascota?
Para empezar, ¿qué es una mascota?
Una mascota es un animal de compañía, un animal que tenemos en casa “siempre que su tenencia no tenga como destino su consumo o el aprovechamiento de sus producciones, o no se lleve a cabo, en general, con fines comerciales o lucrativos.”
Es posible que se confunda el hecho de tener un animal con el hecho de “poseer” a un animal. Sin embargo es una circunstancia del lenguaje. También se “tienen” hijos pero no los poseemos. El verbo “tener” en este caso hace referencia a que la responsabilidad sobre ese animal es nuestra, no a que sea algo de nuestra propiedad, como un mueble, sino que es parte de nuestra familia, como un hijo.
Se da el hecho de que los animales adoptados más comunes, como son los perros y los gatos, son animales modificados genéticamente con el paso del tiempo, lo que significa que, si bien ese animal hace miles de años podría sobrevivir en la naturaleza sin la intervención de un humano, hoy en día esto sería más difícil.
Adoptar a un animal = rescatar y cuidar a un animal
La mayoría de los animales que hay actualmente en los hogares de todo el mundo no podrían sobrevivir fuera ya que no habría espacio ni alimentos para todos. Por tanto adoptar a un animal para ayudarlo y mejorar su calidad de vida va acorde con la filosofía vegana, porque no adoptamos una mascota, rescatamos a un animal y se convierte en un miembro más de la familia. Sin ningún fin más allá de amarle y protegerle.
Y por eso un perro no es una mascota. No se tienen mascotas, se adoptan animales para rescatarlos de una muerte casi segura. No se tiene un perro o un gato por el beneficio egoísta de disfrutar su compañía o como capricho, se adopta para darle una buena vida, aunque eso suponga un esfuerzo para uno mismo. Se adopta cuando se está preparado para aceptar la responsabilidad de cuidar de ese animal y darle todo lo que necesita. Se adopta un perro para salvarlo, darle cariño y mejorar su calidad de vida, no por “quiero un perro porque me gustan los perros y me falta este complemento” o porque “voy a vestirlo como a mi Barbie”.
No, no son mascotas
¿Por qué un perro no es una mascota? Porque no decimos MASCOTA. Esa palabra solo hace referencia a un lado de la unión animal-ser humano, dejando los intereses y derechos del animal fuera de la definición. Porque una mascota tiene que ser bonita, una mascota no debe suponer muchos gastos ni esfuerzos, una mascota debe estar quietecita y portarse “bien”. Y no, eso no es un animal, es un objeto decorativo o un juguete.
Si conseguimos que la sociedad deje de ver a los animales como mascotas quizá consigamos que empiecen a tratarlos con respeto y a preocuparse por su bienestar, esterilizarlos, no comprarlos como meros objetos y no dejarlos en la calle cuando se cansen de ellos.