Que los precios de la fruta y verdura se han disparado es algo que ya se viene notando mucho a la hora de hacer la compra. El coste de la producción (maquinaria, abonos, etc.) y el estado de los cultivos (culpa en gran parte de los cambios climáticos que estamos sufriendo) ha hecho que los precios que tienen los productos hortofrutícolas se hayan incrementado. Sin embargo, en su origen no lo han hecho tanto como pensamos. Los agricultores lo venden ligeramente más caro, sí, pero solo lo suficiente como para poder seguir cubriendo gastos. Entonces, ¿dónde va el dinero que no reciben los agricultores?
¿POR QUÉ ESTÁN TAN CAROS ESTOS ALIMENTOS EN LOS COMERCIOS?
El problema está en que los productos son cada día más caros en los puntos de venta al consumidor, pero los productores siguen vendiéndolos casi por el mismo precio. ¿Por qué sucede esto? Por la especulación. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ya denunció esta situación y no es ningún secreto que en el camino que hay desde que un producto se cosecha hasta que llega a un comercio pasan cosas que no conocemos con exactitud. Desde que un tomate sale del huerto hasta que llega al punto de venta pasa normalmente por entre 3 y 5 manos diferentes. Y al pasar por cada uno de estos intermediarios sube el precio de forma que, cuando llega al consumidor, éste se ve inflado hasta en un 600%.
Esta situación viene ya de lejos y en 2021 se aprobó la ley de la cadena alimentaria, cuyo objetivo era hacer más transparente el trayecto de los productos hortofrutícolas y poder así controlar el aumento de precios. Parece que sin mucho éxito, ya que seguimos sufriendo el mismo problema un año después.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Entendiendo la situación, no es difícil pensar que una buena solución sería que el consumidor comprase directamente, o lo más cerca posible, al primero en la cadena de producción. Eliminando así a todos o a la mayoría de intermediarios. El único problema es que para que la agricultura pueda sustentarse económicamente es necesario que venda sus productos en cantidades muy grandes, y actualmente no es fácil conseguir eso si eliminas de la ecuación a los grandes compradores. Incluso aunque el productor suba los precios de sus productos, vender al detalle es algo que podría funcionarles bien a los agricultores sólo si el número de clientes particulares subiera lo suficiente.
EL NACIMIENTO DE INICIATIVAS CONECTORAS
Si queremos eliminar intermediarios y comprar vegetales directamente al productor (o con un proceso de un intermediario) tenemos las opciones más simples y tradicionales, como el mercado o las pequeñas fruterías de barrio. Como opción más moderna y también con el objetivo de eliminar intermediarios han nacido varias plataformas digitales que conectan directamente al productor con el comprador. Por ejemplo HarBest Market, una plataforma digital que conecta restaurantes con agricultores. O Ecomarca, que conecta a productores ecológicos con grupos de consumo.
Otras iniciativas que han ido aumentando últimamente son las de vender directamente al consumidor frutas y verduras estéticamente no comerciales. Es decir, frutas y verduras feas, las que no quieren los grandes compradores y muy posiblemente vayan a desecharse, aunque conserven todo su sabor y nutrientes. Como por ejemplo fruteriadevalencia.com o www.talkualfoods.com. Dos iniciativas que también apuestan por acabar con el desperdicio alimentario y poner las cosas más fáciles a los consumidores que quieren ser más responsables.
En definitiva, como consumidores particulares tenemos una gran oportunidad y una responsabilidad para ayudar a solventar este problema. Empezando por ser conscientes de la situación de los agricultores y mantenernos informados sobre esta. Averiguando dónde y cómo podemos comprar los productos que queremos generando el mínimo impacto negativo. Y acabar consumiendo de la forma en la que más nos beneficie a todos. Está claro que la comodidad que nos brindan las grandes compañías es muy tentadora, pero solo hay que hacer un pequeño esfuerzo para modificar un comportamiento y darle una oportunidad a las nuevas iniciativas que surgen que nos acercan al agricultor. No sólo estaremos haciendo algo bueno, sino que disfrutaremos de las ventajas de consumir productos de calidad y de proximidad, de los que conocemos su origen y que nos aportan mucho más.